Tecnología ecológica: ecología industrial en pos de una sociedad sostenible
Por todos es sabida la importancia que la tecnología ha ido adquiriendo durante los últimos años en nuestro día a día: un smartphone por cada miembro de la familia, televisión con conexión a internet, ordenador en la mesa del despacho, coche para ir al trabajo, maquinaria industrial… Ciertamente, en el mundo occidental, gran parte de la población cuenta con dispositivos tecnológicos que se emplean durante el día a día, cada vez más, y sin llegar a ser muchas veces conscientes de las consecuencias que ello implica.
Pero el bienestar material y la incipiente actividad humana se han saldado con algo muy valioso: la capacidad de la tierra.
Un poco de historia
La Primera Revolución Industrial comenzó a mediados del siglo XVIII en Gran Bretaña, desde donde se extendió a la Europa más occidental y a la América anglosajona. Desde entonces, muchas cosas han cambiado: las sociedades, principalmente, y la forma de consumir energía.
Hasta entonces, la energía procedía principalmente de la madera, puesto que era el material con el que se encendían el fuego de hogares y talleres. Pero con la Revolución Industrial todo cambió y comenzó a emplearse el carbón, que servía de energía para las máquinas de vapor. Este se consolidó como fuente principal hasta mediados del siglo pasado, que fue relegado a un segundo plano gracias a la aparición y auge del petróleo y el gas.
Su éxito aumentó hasta los años 70, donde ambos combustibles sufrieron un descenso producto de la crisis del petróleo del 73, causada por la negativa de los países de la OPEP (Organización de países Exportadores de Petróleo) a exportar sus energías fósiles a aquellos estados que habían mostrado su apoyo a Israel en la Guerra de Yom Kippur.
En este momento surgen las energías renovables y crece la concienciación con el medioambiente. Suceso propiciado también por varios desastres relacionados con vertidos y radiación.
Compromiso con el medio ambiente
Muchos de los dispositivos tecnológicos y aparatos que se utilizan en el día a día tanto en nuestra vida privada como en el ámbito laboral hacen uso de energía —por supuesto, algunas requieren de más que otras—, la cual procede, en muchas ocasiones, de combustibles fósiles. Estos combustibles fósiles proceden de la biomasa producida durante muchos años: carbón, petróleo o gas natural son algunos de ellos. El gran inconveniente es que no son energías renovables y, por lo tanto, se agotan.
Desde los desastres de vertidos y radiación que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos ecologistas fueron ganando terreno, reclamando un compromiso con el medioambiente, dado el desgaste de los recursos naturales del planeta.
Tras varios años de lucha, se han establecido políticas que deben ser incorporadas con urgencia en las agendas de los dirigentes políticos. Dos ejemplos de ellos son los Objetivos del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, y, a nivel nacional, la Agenda 2030.
Para alcanzar una reestructuración ecológica total se necesitan dos pilares fundamentales: un compromiso global y nuevas vías económicas que sean conscientes con el medio ambiente.
Primeros pasos hacia las tecnologías ecológicas
El camino hacia una tecnología ecológica no está tan lejos como creemos, puesto que todas las propuestas políticas que reclaman un futuro más sostenible están sentando los cimientos.
Algunos de los puntos de partida son:
- Energías renovables: en el sector eólico, solar, bicombustibles…
- Captura del carbono y su transformación.
- Técnicas para reemplazar recursos no biodegradables.
Pero ¿qué es la ecología industrial?
La ecología industrial se basa en construir una sociedad sostenible gracias al desarrollo y la investigación en las tecnologías ecológicas. Se busca lograr un ecosistema donde los desechos de la industria sirvan como materia prima para otro proceso, reduciendo así el impacto que tiene la industria sobre el medio ambiente. Se trata de un proceso circular, de tal forma que las industrias estén conectadas entre sí.
Ahora es el momento de seguir investigando en esta línea y perfeccionar lo que ya existe. Para que se expanda su uso, es conveniente crear incentivos.
Estas medidas, por supuesto, tendrán consecuencias en la economía, puesto que esta se basa principalmente en tecnologías no ecológicas no sostenibles.
En ULMA Forged Solutions tenemos un compromiso ético con la protección del medio ambiente. Para ello, nos proponemos minimizar el riesgo medioambiental, especialmente en la eliminación de residuos, el manejo de materiales peligrosos y la prevención de vertidos y filtraciones, respetando siempre las leyes y normas de protección medioambiental que lo regulan.