La historia y el desarrollo del acero

La industria moderna sería inimaginable sin el acero, uno de los grandes avances tecnológicos de la humanidad. Su historia está fuertemente ligada a nuestra tierra, el País Vasco, en el que los romanos ya extrajeron su hierro, y donde la edad de oro de la siderurgia, producida entre finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, tuvo un importante foco a nivel mundial. Uno de los mejores ejemplos de este esplendor es el Puente de Vizcaya; el colgante transbordador más antiguo del mundo y primera obra de ingeniería de su tipología, monumento Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. 

Resultado de la aleación de carbono y hierro en proporciones muy dispares (el carbono no suele suponer más de un 2%), el acero es un metal especialmente valioso por su resistencia y maleabilidad, ocupando un lugar privilegiado en multitud de industrias, más allá de la siderurgia: metalurgia, manufacturera, automotriz, carpintería metálica… Pero cuenta con una historia relativamente reciente, aunque trascendental para un desarrollo tecnológico que comenzó en el siglo pasado y llega hasta nuestros días. 

Primeros usos del acero

Los griegos ya conocían hacia el 1.000 a.C. la técnica, de cierta complejidad, para endurecer armas de hierro mediante tratamiento térmico, y comenzaron las primeras referencias directas al acero: Heródoto se refiere a Glaucus de Chios como el primer hombre que inventó el arte de incrustar acero. Pero la primera pieza de acero llegaría mucho después en la India, donde por primera vez se empleó el hierro colado en aleación con bajas cantidades de carbono. En Delhi se encuentra un pilar de hierro forjado del año 400 d. C., que aún hoy en día se encuentra en perfecto estado de conservación. Las técnicas de producción de acero se fueron refinando en diversas partes del planeta: todas las civilizaciones fueron conscientes de las enormes posibilidades de este material, por su facilidad para la forja, su maleabilidad y su gran durabilidad posterior.  

El uso del acero en la Edad Media

Las ferrerías, un gremio artesano fundamental en la industria medieval, fabrican material armamentístico con acero cada vez más refinado, valorado y apreciado. En esta época, las espadas de Damasco, las de Toledo, y mucho más lejos, las de Japón, alcanzaron fama mundial. Sin embargo, había un problema para esta industria: sus procesos de fabricación eran largos y costosos, lo que limitaba el avance de la producción y el desarrollo de nuevas variedades basadas en el acero.

En este escenario, nacen los altos hornos en el siglo XV europeo, cuyo origen está en los hornos conocidos como ‘stückofen’ en Harz, Alemania, grandes instalaciones que permitieron por primera vez la licuefacción del hierro y lograban la producción a gran escala de aceros bases. Este tipo de hornos se hicieron muy comunes en Europa entre los años 1400 al 1500, y son el germen de la industria siderúrgica desarrollada siglos después. En estos hornos se van perfeccionando aceros, destacando en el siglo XVII el acero Blister de Suecia, el hierro forjado maleable de la forja catalana y el acero de la mencionada región de Harz.

La llegada de la Revolución Industrial

Durante el siglo XVIII la producción de acero se acelera y mejora su tecnología con la llegada de la Revolución Industrial a mediados de siglo. Esta revolución tecnológica, cultural y social fue posible gracias al hierro y al acero. La producción de acero más barato, abundante y a mucha mayor velocidad (gracias al convertidor Thomas-Bessemer, inventado por Henry Bessemer en Inglaterra en 1856: un sistema para la conversión de hierro en acero sin necesidad de utilizar combustible) logró la obtención de la energía necesaria para crear, extender y mantener sistemas tales como la máquina a vapor, el transporte terrestre y marítimo, la industria textil, o los posteriores inventos de motores eléctricos y de explosión. Así, nuestro mundo y cultura actuales son resultado directo, en última instancia, del desarrollo de la industria del acero

El camino hasta la actualidad: evolución del acero

En 1902 se dio el salto cualitativo más importante de los últimos tiempos con la inclusión de la electricidad en el proceso de fundición. Desde 1950, la mayoría de industrias utilizan el sistema de fundición continua, con los tradicionales moldes y los trenes de laminado. 

En la actualidad, el desarrollo sostenible del acero como material, industria y recurso es el gran objetivo a conseguir.  El acero es un material total e indefinidamente reciclable, un gran punto de partida para nuestro sector. El uso cada vez más eficiente de la energía y la reducción de residuos, sin dejar de lado la calidad y la durabilidad, son las premisas básicas de la industria siderúrgica actual para lograr la sostenibilidad medioambiental y velar por el futuro de nuestro planeta

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