El futuro de la tecnología en la nueva economía
La tecnología ha experimentado grandes avances en los últimos años y su presencia e importancia en nuestro día a día resultan ineludibles. En los 80 surgieron los primeros ordenadores de sobremesa que permiten recopilar datos, y, en los 90, con la irrupción de Internet, las tecnologías digitales revolucionaron por completo el funcionamiento de las empresas: ahorraban tiempo y costes al asumir muchas de las tareas rutinarias que realizaban las personas.
Pero a día de hoy, casi 30 años más tarde, la relevancia de las tecnologías no se limita únicamente a facilitar algunos trabajos, sino que va más allá, con unas consecuencias en todos los ámbitos de nuestra vida.
La tecnología y los nuevos trabajos
En este nuevo paradigma en el que la tecnología se coloca como eje central del proceso productivo, el mundo profesional deberá rediseñarse y adaptarse a las nuevas necesidades.
El temido efecto sustitución
En algunos casos ya ha comenzado el temor de muchos: que las máquinas sustituyan a las personas, también conocido como “efecto sustitución”. Es lo que ocurre en una tienda de Amazon que se encuentra en Seattle y en la cual no hay cajeros ni dependientes, sino que el cobro se efectúa de manera automática cuando el cliente sale del local.
Nuevos trabajos gracias a la tecnología
De manera paralela a esta sustitución, también surgirán oportunidades laborales que complementen la eficiencia de la tecnología con la calidad que ofrece un equipo humano. Mientras las máquinas se van perfeccionando para desarrollar tareas abstractas y complejas, la empatía y las habilidades sociales se convertirán en capacidades necesarias para la inserción en el mercado laboral.
Solamente aquellas empresas que cuenten con una fuerte estructura digital serán las que lideren el futuro, especialmente en un panorama cargado de estímulos donde la eficiencia pasará de ser un desafío a convertirse en una necesidad. Destacarán aquellas empresas capaces de ofrecer un producto o servicio innovador y totalmente personalizado.
Las empresas deberán adaptarse a los nuevos cambios y dar respuesta a los mismos. La tecnología es una herramienta, por lo que cabe preguntarse qué podemos hacer con ella en el futuro, no de qué va a ser capaz.
El impacto de la tecnología en la economía
La importancia de la tecnología y su impacto en los nuevos trabajos tienen una consecuencia directa en la economía, donde está provocando un cambio disruptivo: la digitalización se ha apoderado de las compañías, obligándolas a adaptarse a los entornos digitales.
Pero no solo las empresas están cambiando, también la economía está dando un giro de 180 grados, y es muy diferente a hace 10 o 20 años.
Las empresas que se basan en las nuevas tecnologías y en entornos digitales, como pueden ser Facebook, Amazon, o Apple —solo por mencionar algunas— también tienen en común que precisamente las que lideran el mundo y la economía mundial. Lo cual tiene como consecuencia directa que, si Internet sufre una caída durante un par de días, estas empresas, que basan su actividad diaria en internet en casi todos los países, sufrirían pérdidas millonarias, lo cual mermaría la economía global, llegando impactar gravemente en el Producto Interior Bruto.
Pero las consecuencias pueden ser devastadoras no solo si Internet sufre una caída, sino que hay otros motivos que pueden hacer que la economía se desplome. Por ejemplo, un hackeo en una entidad bancaria, lo cual provocará que todos los clientes vayan a sacar el dinero que tengan en la cuenta, dejándolas sin liquidez. Esto podría tener consecuencias catastróficas, hasta el punto de llevar a una recesión económica.
Recomendaciones para el futuro: tecnología y responsabilidad
Por eso, la evolución e importancia que han ido adquiriendo los avances tecnológicos hacen que las empresas del sector posean unos niveles de responsabilidad más elevado de lo que a priori pudiera parecer. Y, aunque sigamos en esta línea y la digitalización sea la imagen del futuro, debe perfeccionar y desarrollar sus técnicas para evitar posibles catástrofes que tengan su reflejo en la economía.