La COVID-19 en la nueva economía

A comienzos de este año 2020, una emergencia sanitaria ocurrida en China preocupaba a nivel internacional: el brote de coronavirus 2019-nCoV. Contra todo pronóstico, rápidamente alcanzó los grandes núcleos de población europeos: la COVID-19, con la que ya estamos más que familiarizados.

Por supuesto, el impacto causado por esta enfermedad no fue igual en todos los países en términos epidemiológicos ni económicos. Lo que sí se puede asegurar es que, además de en la vida de muchos, la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 ha asestado un duro golpe a la economía de todo el mundo. Aunque ya estamos presenciando algunas de sus consecuencias, los expertos señalan que las secuelas serán más graves a largo plazo.

Así ha afectado la COVID-19 a la economía

Durante las últimas décadas, España se ha involucrado mucho en el turismo: actualmente, este sector contribuye al Producto Interno Bruto (PIB) español en un 14,6%, seguido de otros países europeos como Croacia, Chipre, Malta o Portugal, que también dependen del turismo. Sin embargo, otras grandes potencias como Francia, Suiza o Alemania destinan un porcentaje menor.

Los datos anunciados por Eurostat, la agenda estadística de la Unión Europea, han confirmado el batacazo de la economía española en el segundo trimestre de este año, que cayó hasta un 18,5%, lo cual significa siete puntos por debajo de la media europea, cuyo PIB se hunde un 11,7%. En el mismo informe se indica que se trata de los peores números desde 1995, año en que empezaron a recogerse estos datos.

Países con una economía dependiente del turismo han experimentado acusados descensos. Por una parte, porque las medidas de contención del virus anunciadas por los gobiernos, como la cuarentena, restringieron movimientos y obligaron al cierre de negocio hosteleros. Por otra parte, el factor miedo ha sido de gran importancia: pese a que, durante la temporada estival ya se permitían los desplazamientos a otros países, muchas personas optaron por el turismo interior e incluso por no viajar a ninguna parte y permanecer en su lugar de residencia.

Todo esto ha tenido graves consecuencias para la economía de muchos países y ha servido para señalar la necesidad de dar un giro de 180 grados para apostar por sectores que vislumbren futuro al menos a medio plazo y de los que países como España están descolgados: energías renovables, transporte mediante energía no fósil, tecnologías de información como el 5G o sistemas expertos o la alimentación sostenible son solo algunos de ellos.

Desafíos y oportunidades en la nueva era post-COVID-19

Con la digitalización y los avances tecnológicos, los mercados internacionales están cada vez más conectados y comunicados entre sí, lo que permite la compra de cualquier producto en casi cualquier parte del mundo. Por este motivo, muchas empresas han aprovechado esta circunstancia y han sabido digitalizarse e innovar con la tecnología.

En un caso como España, debería ampliarse el PIB en Investigación y Desarrollo tecnológicos para no distanciarnos tanto de países como Japón que destina el 4,21% y es donde se encuentran las grandes compañías del mundo.

Pero no todas las noticias son negativas, sino que también se está sacando algo positivo de esta situación. Por ejemplo, el 21 de julio, los líderes de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo para iniciar la recuperación económica asentándose sobre una Europa más sostenible y moderna. Además, la producción industrial ha aumentado en los últimos meses.